Cuando un familiar se enferma, alguien querido, alguien cercano a nosotros, en realidad no solo sufre la persona enferma sino que también sufre su familia, cada uno con un sufrimiento diferente: el que está enfermo, por el dolor que tiene, por las cosas que tiene que dejar, que no puede seguir haciendo; y los que están alrededor por cómo les está cambiando la vida, porque no quieren ver sufrir al enfermo, porque muchas veces no saben qué hacer o no saben cómo reaccionar.
Pero en el momento de la enfermedad todos teorizamos, todos tenemos una teoría de por qué esa persona está enferma; y todos queremos tener la teoría correcta. Opina el enfermo, opina el familiar cercano, opina el familiar no tan cercano, opina el amigo, opina el enemigo, opina el cristiano, opina el no cristiano; todos queremos tener la respuesta frente al dolor y el sufrimiento.
¿Cuáles son las explicaciones que dan -tanto el enfermo como los que están alrededor- con respecto a esa enfermedad? Quiero que hagas las dos lecturas de lo que voy a explicar: la interpretación que hace el enfermo de su propia enfermedad y las que hacen otras personas que están alrededor del enfermo, sobre por qué esa persona se enfermó...
1) La ley del merecimiento
La persona que dice: "me lo merezco, esta enfermedad me vino porque pequé, porque me porté mal, porque nunca me cuidé en la vida y ahora estoy pagando las consecuencias". O sea "esta enfermedad me la merezco y no soy merecedor de tener salud". Por lo tanto hay otros que también dicen: "se enfermó porque algún pecadito oculto tendrá; se enfermó porque está haciendo las cosas mal, yo le dije que se iba a enfermar si seguía fumando, si seguía tomando, si seguía trabajando tantas horas; yo se lo dije, se lo merece, es por culpa de él". La ley del merecimiento lo que dice es que si hubieras vivido mejor, si hubieras vivido más santamente o de otra manera no te hubieses enfermado.
Pero no todas las personas que pecan se enferman y no todas las personas que viven mal se enferman. No podemos decir que porque pecó (más allá que un pecado puede traer sus consecuencias físicas y que no cuidarse a la larga trae sus consecuencias físicas) no siempre ocurre de esta manera.
Esta ley lo que hace es que ese enfermo sienta culpa y no haga nada por restablecerse, porque dice: "si yo tengo la culpa de esta enfermedad, entonces me merezco estar enfermo". Son personas que viven en el pasado: "me hubiese cuidado más, hubiese tenido más en cuenta esto, no hubiese trabajado tanto" y viven todo el tiempo en el pasado.
La primera enseñanza es: en el momento de la enfermedad nunca hay que mirar al pasado, siempre hay que extenderse al futuro. Eso es muy importante y muy sanador, porque cuanto más le decís a la persona 'si te hubieses cuidado no te hubiese pasado' etc., más la dejás en el pasado. Cuando alguien está enfermo no tenés que mandarlo al pasado, tenés que darle esperanza de lo bueno que va a vivir en el futuro. Ya basta de cargar al enfermo diciendo que tuvo la culpa de haberse enfermado: "yo te dije que no fueras así, te dije que te abrigaras, yo te dije tal cosa" y lo volvemos a llevar al pasado; y el pasado no resuelve nada. Lo que esta persona necesita es llenarse de fe para saber que va a venir sanidad divina.
Con respecto al pecado la Biblia dice que Jesús nos ahorró todo castigo, dice que los que estamos en Cristo Jesús no tenemos condenación. Entonces no condenemos a la gente, no le digamos "algún pecado oculto tenés y por eso te enfermaste" porque eso es enterrar en su pecado a la persona y condenarla; y la Biblia dice que el Señor nos ahorró todo castigo porque murió en la cruz para perdonar nuestros pecados.
Ley del merecimiento, ¡fuera!
2) La ley de la sustitución
El inocente paga por el culpable: "yo me enfermé porque en realidad él tenía que estar enfermo", "sos vos que me hiciste la vida imposible, pero por tu culpa me enfermé yo". Está sustituyendo: el otro tendría que estar enfermo, pero es ella la sacrificada que se enferma para que el otro no pague la culpa. La ley es: 'yo te sustituyo en la enfermedad, hago ese sacrificio'. Es cuando decimos: "estoy así porque éste me sacó canas verdes", "estoy así porque ésta me mató de a poco", "estoy así porque mis hijos me consumieron toda", "porque esa pareja me terminó consumiendo". Estas personas creen que en realidad el otro se merecía la enfermedad, pero ellos la tomaron.
Pueden tener dos reacciones o dos actitudes. Una es cobrártela: "vos me amargaste la vida, yo tengo este cáncer por tu culpa, a mí me pasó eso porque vos me amargaste desde que naciste... bueno, me la voy a cobrar castigándote". Por ejemplo, teniéndote de enfermera: "ahora me vas a tener que cuidar toda la vida", una manera de castigar al otro. O te retienen: "no te vayas, no me dejen sola", eso lo hacen mucho las madres más grandes... "te vas a ir, a vos te parece, yo no tengo a nadie", o culpándote todo el tiempo: "por tu culpa estoy así, yo no estaría así si vos no me hubieses dicho eso, si vos no me hubieses hablado, si no me hubieses traído eso, si me hubieses llevado a tal lugar, si me hubieses tratado de otra manera". Viven culpándote y recordándote que la culpable de esa enfermedad sos vos. O usan todas tus finanzas para comprar remedios, gastan todo lo que entra en la casa para comprar los remedios; eso también es una manera de castigarte. Aclaremos que estas son personas que creen que en realidad no se merecían esa enfermedad, que es el otro quien merecía estar enfermo, pero te vino a vos por todo lo que sufriste por él.
Y la otra actitud de estas personas es: creer que no se lo merecía. Al sustituirlo están soportando estoicamente. Es como ser heroínas o héroes: "si él está bien, no importa que yo esté enfermo", "si la enfermedad sirvió para que él conociera al Señor, gloria a Dios por la enfermedad"...¡yo me agarro la cabeza cuando escucho esas cosas! O dicen: "si esto hizo que mi hija me llamara por teléfono porque vio mal a su madre, entonces bienvenida esta enfermedad que tengo; por lo menos mi hija está conmigo". Gente que cree que la enfermedad es 'el arma' que Dios usa para que otros se conviertan. Eso no quiere decir que justo alguien se haya convertido al Señor, lógico que puede pasar. Pero no es que 'Dios te manda' una enfermedad para que tu hijo que está apartado del Señor se convierta porque te ve enferma. ¿Cómo alguien le puede asignar a Dios una cosa tan aberrante como esa, que Dios use la muerte, la enfermedad, para que otro se convierta? Cuando Dios mandó a su hijo Jesucristo a morir en la cruz fue para sanar todas nuestras enfermedades; ¿cómo te va a mandar a vos algo así, si ya el sacrificio fue hecho por Jesús en la cruz?
O esas mujeres que dicen: "no hagan nada por mí, déjenme morir; yo estaré bien con mi Padre en el cielo, déjenme morir..." ¡sufren estoicamente! "Sí, yo sufrí mucho; las varices me hacen mal pero déjenme así, esa es mi vida, mi cruz, lo hice por ustedes", y a vos te queda un puñal clavado para toda la vida. Porque tu papá o tu mamá están enfermos por todo lo que hicieron por vos, porque se mataron por vos, y encima creen que te están halagando ...¡y te están clavando un puñal! Nunca hagas eso con tus hijos.
3) La ley del destino
Esta ley dice: "todos nos vamos a morir; de algo hay que morir, todos nos vamos a enfermar, nos vamos a morir... primero uno y después los otros". Esta ley es cierta, todos en algún momento nos enfermamos; de chiquitos todos tuvimos una enfermedad contagiosa: papera, rubéola, varicela; en algún momento nos vamos a enfermar. Pero también hay personas que con la ley del destino tienen dos reacciones. Una reacción puede ser la resignación: "bueno, sufro; me aguanto esta enfermedad y listo, hay que pasarla, me la aguanto". Y la otra es conferirle a la enfermedad un valor nuevo; o sea transformar ese momento de dolor, de desgracia, en una gracia.
O sea que puedo entender a la enfermedad como un momento de expansión. Cuando hay una persona enferma, ¿qué decimos inmediatamente?: "ahora que está pasando por esta enfermedad va a bajar un cambio, ahora va a tranquilizarse, ahora se va a poner las pilas, ahora se va a dar cuenta de que estaba viviendo locamente, ahora va a reflexionar ese cabeza dura, ahora va a sentar cabeza, porque después que pasó esto ya está"; y eso es una gran mentira, porque la enfermedad nunca viene a disminuir a una persona o a frenar su desarrollo. "¡Pero Alejandra, vos no sabés lo que le pasó...! No, no; lo que logra la enfermedad no es detenerte sino que puedas seguir avanzando en la vida, pero purificada, sin cosas que te están intoxicando, sin cosas que te están haciendo mal. Hay tanto por hacer todavía, y como no te diste cuenta antes, cuando viene la enfermedad te da el mensaje de que 'hay mucho más por hacer', pero que necesitás hacerlo purificado, limpio, quitándote todo aquello que te intoxica, que te trajo justamente esa enfermedad.
Es decir, no es que la enfermedad te va a disminuir; no es que, ahora que tenés la enfermedad y tenés que quedarte en tu casa no vas a poder hacer más lo que hacías antes. Lo vas a hacer pero de una manera diferente; porque hay cosas que te vas a sacar de encima. Hay horarios que vas a ordenar en tu vida; tal vez tengas que ordenar la alimentación; tal vez no tengas que comer dulces; tal vez no tengas que agregar sal a la comida; tal vez tengas que dormir o descansar más, porque te estresaste y no estabas durmiendo bien; tal vez tengas que caminar un poco más, porque tu cuerpo no se movía. Hay algo que viene con esa enfermedad, que te va a quitar lo tóxico, lo malo, algo que en cualquier momento te mataba; porque te está anunciando que te vas a expandir, y que para expandirte necesitás sí o sí quitarte todo lo que te daña.
Es una purificación de deseos, de intenciones, de costumbres negativas, para expandirte más, no para achicarte, no para encerrarte en una cárcel sino para que vayas por más. Pero ahora de una manera ordenada, prolija, sabiendo hacia dónde vas, sabiendo qué es lo importante, qué cosas tenés que dejar de lado, qué cosas tenés que delegar, por qué cosas te debés preocupar y por qué cosas no tenés que preocuparte. Es una manera de cambiar para tener más fruto, porque cuando vos caminás sin todo ese estrés, sin toda esa carga, empezás a caminar liviano y tenés más fruto. Es saber que la vida se está abriendo a algo bueno y grandioso, y tenés que soltar ese sobrepeso molesto.
Todos llevamos pesos molestos, todos hacemos cosas que nos dañan, y no nos damos cuenta. Pero cuando viene la enfermedad es momento de sacar ese peso molesto y poner tu vida en orden para seguir cambiando y tener más fruto de lo que tenías hasta ahora. Por eso uno puede tener una interpretación de una enfermedad como lo más negativo que te puede pasar, o por el contrario que a partir de ahora te vas a expandir.
Tengo un familiar enfermo, ¿qué actitudes tengo que tener?
1) Empatía
¿Qué es tener empatía? Es participar con mi corazón del dolor que está teniéndola otra persona. Yo no puedo entender por completo el dolor del enfermo porque eso lo entiende solamente él. Yo puedo tener empatía, decirle: "te acompaño, de alguna manera entiendo lo que te pasa". Pero aunque hayas pasado por una enfermedad no entenderás a esa persona que hoy está enferma; lo que yo tengo que hacer es simplemente una empatía: "estoy acá al lado tuyo para que puedas expresarte libremente y no para juzgarte; estoy acá para que te puedas expresar libremente, para que cuentes conmigo, pero no para juzgarte; no estoy acá para llevarte otra vez al pasado, para decirte '¡ojito, cuidadito, fijate, estuviste mal y no tomaste los remedios!', sino que entiendo que estés enojado con la enfermedad, entiendo que estés molesto con la enfermedad, entiendo que te hayas enojado con Dios por esta enfermedad, entiendo que sientas que no tenés fe; yo estoy a tu lado porque comparto contigo, tengo empatía, participo con vos con mi corazón de lo que te está pasando. Entiendo que estés angustiado, entiendo que no quieras levantarte de la cama, entiendo que estás con depresión; te entiendo pero estoy a tu lado para que puedas expresarte libremente". La persona que sufre, que tiene una enfermedad, necesita hablar de lo que está pasando por dentro y no necesita ser juzgado.
2) Ayuda eficaz
Ayuda eficaz es: "voy a ayudar en la medida de mis posibilidades". Jesús dijo que cuando lo hacemos por uno de estos pequeños, se lo hacemos a Él. Cuando nosotros estamos cuidando, ayudando a una persona que está enferma, Jesús está ahí con el enfermo. ¿Y sabés qué hace Jesús?, recibe tu ofrenda, recibe esa ofrenda representada en esa palabra de consuelo, esa palabra de esperanza. Cada vez que vos le das una bendición al enfermo, Jesús está tomando ahí esa bendición de parte tuya, y Él anota esa ofrenda. Cuando vos estás dando un remedio, cuando vos estás dándole ayuda económica, cuando estás dándole de tu tiempo, Jesús está ahí en ese mismo lugar recibiendo tu ofrenda y anotando tu ofrenda para luego bendecirte. Porque Jesús está en todo momento, y cuando lo hacés a favor del enfermo estás haciéndolo a favor de Jesús, o sea Jesús lo recibe como una ofrenda para Él.
3) Una mirada de fe
Cuando estamos con una persona enferma tenemos que aportar siempre una mirada de fe, impartir palabras y gestos de fe. ¿Qué significa eso? Que para mostrar fe tengo que tenerla yo, no inventarla. Hay gente que está al lado del enfermo y le quiere impartir fe ¡pero tiene cara de incrédulo! Dice: "sí, qué bien que te veo", y él desanimado. O dice: "si, estás bien, no tenés dolor, seguro que no te duele nada; y hoy te levantaste bien aunque te veo amarillo", o "qué flaco estás... ¿y eso que te está latiendo en la pierna...?". ¡No! Vos tenés que impartí fe, esperanza. Para eso estás ahí. La fe y la esperanza no se inventan; la tenés o no la tenés. Tenés que activarla de adentro tuyo, sino no digas nada... ¡ni vayas a ver al enfermo! Tener fe no es 'versear', decirle cualquier cosa... "ay, qué bien que te veo", y la persona está mal. No, no es así. Tener fe es "aunque yo veo la realidad, veo que anda mal la cosa (tal vez eso no se lo digo), pero ¿sabés qué?, vamos a darnos la mano y vamos a decretar que vas a estar bien en el nombre de Jesús", ¡eso es impartirle fe!
No es mentirle. Porque hay gente que dice: "le voy a mentir... 'mañana vas a tener quince kilos menos'...". No le mientas; decile: "yo sé cómo te sentís hoy, y te creo cuando me decís que te duele, que estás deprimido, que sentís que te vas a morir; pero dame la mano y vamos a orar, vamos a decretar fe que mañana Dios hará un milagro". Hay enfermos que tienen más fe que la persona que está al lado. Hay enfermos que te transmiten una fe impresionante, porque hay una promesa en la Palabra que dice que ninguna prueba es superior a la capacidad que tenés; quiere decir que mientras vos estás pasando una enfermedad Dios suelta una luz y una fuerza en vos, mucho más grande que la enfermedad que estás pasando. Por eso muchas veces las personas saben resistir ese momento de enfermedad. Por eso, vos que estás cuidando un enfermo tenés que reclamar esta promesa para tu vida y decirle: "Señor, esta prueba es grande, yo siento que no tengo fuerzas, siento que ya no me da el cuerpo para cuidar a esta persona enferma, siento que voy a enloquecer que ya no tengo más vida; pero Señor, yo reclamo esta promesa: que no voy a pasar por algo para lo cual no esté preparado; por eso necesito que me des más fuerzas y luz para cuidarme a mí y para seguir al lado de esta persona enferma".
Esto es muy importante: tener fe no es entrar en activismo religioso; porque hay personas que cuando se les enferma un ser querido o se enferman ellos entran en 'activismo religioso': rezan todo el día, se van caminando hasta Luján, hacen peregrinaciones, hacen promesas, y caen en un activismo religioso; como si con eso pudieran controlar la enfermedad. Fe no es activismo religioso. Fe no pasa por cosas que hagas, sino por creer en Cristo Jesús, que Él va a hacer lo mejor con ese familiar enfermo. No entres en un activismo religioso que te va a angustiar, que te va a obsesionar con la enfermedad. "Oro, oro, oro, ay, Dios no me contesta; oro, sigo orando, escribo papelitos, oro con mucha gente a la vez", "ay, ore por mi nieto, por mi sobrina", y entrás en un activismo religioso creyendo que eso es fe, y eso no es fe, eso es activismo. La fe pasa por tener confianza en Dios, de que Dios está en el asunto y está haciendo lo mejor.
¿Qué hago cuando siento que no tengo más fuerzas?
"Yo ya no sé qué hacer; estoy todo el día pendiente de esa persona" más aún si estás sola, o si no hay otros familiares que lo puedan cuidar. ¿Qué es lo que tenemos que hacer?
Si tenés una familia, tenés que trabajar en equipo; tenés que repartir responsabilidades. Cada uno en esa familia tiene que tener una responsabilidad, tiene que hacer algo puntual. Eso no quiere decir que se va a privar de su vida; al contrario: todos tienen que seguir con su vida. Si tus hijos hacían fiestas en la casa, que las sigan haciendo; si invitaban a los amigos, que los sigan invitando; si vos trabajás, tenés que seguir trabajando; si vos estudiás, tenés que seguir estudiando. El tema es que cada uno tiene que tener una responsabilidad y seguir lo mejor que pueda el ritmo de la vida que tenía antes.
En segundo lugar, aparte de mantener tus costumbres de vida al máximo posible, no tenés que retirarte de la vida. Cuando hagas una actividad especial no te sientas culpable ni que la gente no te haga sentir culpable. Leí sobre un hombre cuya esposa estaba enferma de cáncer de huesos, una enfermedad muy larga. Y él se dio cuenta que estaba perdiendo calidad de vida, que ya no aguantaba más: iba al trabajo, volvía con la esposa, todo era tristeza, depresión y olor a muerte. Así que dijo: "tengo que hacer algo.... voy a ir a jugar al tenis que es lo que más gusta". Y cuando iba a jugar al tenis, sus amigos le decían: "ah, pensé que tu esposa estaba enferma..." y él se sentía culpable de estar jugando al tenis. Pensaba: "mi lugar no es éste; mi lugar es al lado de mis esposa... es lo que piensa todo el mundo; porque si está enferma no debería estar acá". Hasta que se dio cuenta y le explicaron que él necesitaba tener mayor calidad de vida, porque si él no se cuidaba iba a soltar toda la frustración en ella. Me tengo que cuidar. Si no podés cuidarte a vos misma, no vas a poder cuidar a ningún enfermo. Si vos no pensás en tu calidad de vida, tu calidad de vida se va a deteriorar y toda la bronca y la frustración por lo que estás pasando se la vas a tirar al enfermo. O sea que además de la enfermedad propia que el enfermo tiene, se suma toda tu frustración.
Cuando hay un enfermo en la familia tiene que haber más contacto físico, más cariño, más expresiones de afecto; es el mejor momento. Porque el amor sana, el cariño cura. Expresarte más no solo con la persona enferma sino con toda la familia. Es un momento para expresar más emociones.
Por último, es muy importante que la persona enferma sea protagonista en la toma de decisiones de su enfermedad. Porque hay familias que dicen: "no le digamos nada, no, no que él no sepa nada de lo que le está pasando". Tal vez tenga arterioesclerosis, tal vez esté en estado de coma y no se le puede decir. Me refiero a que, si se puede tiene que ser protagonista de las decisiones. Hay que preguntarle: "¿querés empezar éste tratamiento?", o "mirá, conseguimos otro; buscamos otros tratamientos, a ver cuál te resulta mejor"; "mirá, si este médico no te convence buscamos otro, ¿a vos qué te parece si buscamos otro médico?". Tiene que ser protagonista para sentir que hay esperanza, que todavía es una persona viva, que está activa. Porque generalmente cuando una persona se enferma mucho, retrocede y vuelve a ser como un niño; y no tenemos que tratarlo como un nene. Es una persona que solamente está pasando por un tiempo de enfermedad y tiene que ser protagonista en las decisiones. Por ejemplo: "¿te gusta vivir acá; querés seguir viviendo sólo, querés que consigamos una persona que te ayude a cuidarte; cómo quisieras que hagamos?" y que la persona enferma decida, tiene que decidir.
Hay una gran diferencia entre cuidar un enfermo y salvar a un enfermo. Hay personas que se tomaron el rol de 'salvadoras del enfermo' y que ven al enfermo como una víctima indefensa, desesperanzada, que no tiene influencia en ninguna situación; como dije antes: tratan al enfermo como si fuera un niño. Se vuelven críticos, mandones: "no tomaste los remedios, pero yo te dije; y no fuiste al baño; y no comiste en todo el día, y estás encerrado todo el día en la cama", y lo retan como si fuera un nene el paciente, y como si no tuviera autonomía. Porque como está enfermo ya no tiene derecho a decidir nada. Pero tiene que ser protagonista.
¿Cómo dejar de ser salvadora y poder ayudar eficientemente a una persona que está enferma? Prestando más atención a tus necesidades propias y tratar de satisfacerlas. "¿Pero cómo hago? Yo estoy sola...". Si no tenés ayuda, si no tenés finanzas para poner personas que cuiden de ese familiar enfermo para vos poder hacer tu vida, tenés que traer toda tu vida al lugar a donde está el enfermo. Sucede que uno entra a la casa de un enfermo y son casas grises, con poca luz, hablan bajito porque le hace mal; esa casa ya huele a muerte. Uno entra y no hay un enfermo ....¡hay un muerto! Vos lo que tenés que hacer si no tenés recursos, no hay otra manera, trae tu vida a casa: alegrá la casa. Si podés traerte trabajo a casa, hacelo; si podés hacer la oficina en casa, hacétela; si podés hacer tu grupo espiritual en casa, hacelo; si podés poner música en casa, poné música; si podés hacer ruido en casa, hacelo. Trae las cosas de tu vida a tu casa para hacerlas desde ahí, pero no pierdas tu propia vida, porque sino toda tu frustración se la vas a estar pasando al enfermo. Por eso es tan importante prestar atención a las necesidades propias. Cuando hay un enfermo en casa o en un hospital, nosotras tenemos luz para que ese lugar brille; nosotras no tenemos que llevar más angustia, más tristeza o más dolor. Nosotras entendemos que estamos dolidas, pero tenemos que llevar brillo, tenemos que llevar esperanza, tenemos que llevar alegría y tenemos que llevar fe. Por eso cuando hay un enfermo, vos en ese momento decís: "a ver qué pasa en esta casa... hay algo que está faltando, hay algo" y tal vez no le preguntes al enfermo lo que quiere. Si le molesta mucho escuchar música, obviamente no se la vas a poner. Pero podés negociar: "tal vez esta música no, pero ¿qué te parece si ponemos esta otra más suave?", "tal vez tanta luz acá no, pero en este lugar donde estoy yo sí, vamos a poner más luz"; porque sino vos te vas a meter en el mismo espíritu del enfermo, y si ese enfermo no tiene fe, tu fe también va a bajar. Por eso: hacé brillar el lugar y no lo oscurezcas más.
La enfermedad nos interroga a todos, al que está enfermo y al que lo cuida: "¿qué quiero de la vida?, ¿hacia dónde voy?, ¿qué herencia quiero dejar a mis próximas generaciones?". La enfermedad nos hace descubrir un espacio interior que es el espacio interior donde tenemos silencio con Dios y hablamos con Él. Aún aquel que dice no creer, en el momento de la enfermedad tiene su espacio interior para hablar con Dios. La enfermedad nos hace ver -tanto a los que están enfermos como los que no lo están- que siempre estamos en las manos de Dios.
Podemos ver la vida de Jesús de dos maneras...
Jesús en su ministerio, caminando de aldea en aldea, de ciudad en ciudad, estando con sus discípulos, ministrándolos, enseñándoles, haciendo milagros; ahí vemos a Jesús con toda la fuerza y con toda la alegría. Pero hay un segundo momento donde lo vemos a Jesús en la cruz, donde parece que no hay fuerzas, donde parece que está solo, donde parece que está abandonado, donde parece que no hay milagros, donde no hay alegría, donde parece que no hay esperanzas. Sin embargo, en ese mismo momento donde parecía que Jesús no tenía fuerza física, en el mismo momento de su muerte, estaba venciendo a Satanás y quitándole todo poder. En ese mismo momento de tremenda debilidad Él estaba soltando su mayor fuerza. Por eso el apóstol Pablo dice "cuando soy débil soy fuerte". Tenés poder en medio de la debilidad; vos que estás enfermo y vos que estás cuidando a un enfermo: tenés poder en medio de la debilidad. Si es un momento de debilidad en la familia, donde parece que la fe flaquea, donde parece que Dios no responde, donde parece que el milagro no viene, son momentos duros y difíciles, son momentos de gran debilidad para toda la familia. Pero en ese momento hay algo que está ocurriendo, porque se está soltando en el mundo espiritual una fortaleza que va a vencer todo demonio, todo diablo que quiera dañar tu vida y la vida de ese familiar querido. Hay una fuerza que sale de la debilidad; hay una fuerza que sale del momento de la angustia; hay una fuerza que es soltada por el poder de la presencia de Dios. El grito de Jesús en la cruz no fue un grito de abandono, fue un grito de triunfo, porque en el momento en que todo el mundo creía que era débil, Él estaba venciendo a Satanás y a sus demonios, su momento de mayor fuerza.
A la enfermedad se la puede mirar desde dos perspectivas; va a depender desde qué punto de vista la quieras mirar vos. Podés decir: "la enfermedad es el anuncio del deterioro físico, es el anuncio de una muerte", o podés decir: "veo a la enfermedad como un anuncio de expansión, como anuncio de que es tiempo de dar más fruto y de conquistar mucho más de lo que se ha conquistado hasta el día de hoy". Esas son las dos perspectivas; vos elegís cuál querés tener. O la enfermedad te anuncia que te vas a poner peor, que te vas a morir, que no vas a tener fuerzas, que vas a quedar debilitada; o la enfermedad te anuncia que vienen tiempos de grandes cambios, de grandes bendiciones y de fruto por recoger todavía, porque hay mucho por hacer. Vos elegís cuál de las dos perspectivas.
Jesús llegó a una casa donde todo el mundo lloraba y había alboroto porque había una nena que había muerto. Esa era una perspectiva; la gente creía que la nena estaba muerta y por eso lloraba, por eso la casa estaba de luto y por eso todo el mundo estaba mal, porque la niña estaba muerta. Ellos quisieron ver a la niña muerta, pero entró Jesús y dijo: "¿por qué lloran?, la niña no está muerta, está durmiendo". Esos son los ojos de Jesús frente a la enfermedad: no es tu muerte, no es tu deterioro, es la expansión grande que Él ya vio y que ahora quiere que veas vos.
¿Sabes de qué va a depender tu perspectiva de la enfermedad? Dependerá con quién estás más impresionado: si estás impresionada por la enfermedad o estás más impresionada con Jesús. Si estás impresionada con la enfermedad -que te vino de golpe, que no la esperabas, cómo es que Dios me mandó eso, cómo puede ser tanta lucha, tantos problemas, para qué- entonces la enfermedad va a ser de deterioro y muerte; va a quitarte, a achicarte, a restringir tu vida para encerrarte. Pero si estás impresionada con Jesús te vas a dar cuenta que dentro de poco te vas a expandir mucho más.
"Pero Alejandra, yo tengo un familiar enfermo y viejito... ¿qué fruto puede dar?". Uno ni sabe eso, lo sabe Dios. Dejá que se expanda. Y si se muere, cuando la semilla cae a tierra da fruto. Tal vez haya un fruto que se dé en el momento de su muerte. Claro que sí, porque es promesa de Dios. Eso sí que está en las manos de Dios; eso sí que nosotros hoy no lo podemos contestar. Pero lo que sé es que la enfermedad siempre te trae expansión. Hay algo por conquistar que todavía no conquistaste y el Señor quiere que lo hagas purificada, libre de lo que te venía lastimando, libre de lo que ponías en tu cuerpo que no te hacía bien, libre de los pensamientos negativos que te torturaban. Y el Señor dice: "ahora sí, ahora vamos; yo te traigo el milagro, yo te perdono tus pecados, yo perdono tu pasado, yo te quiero ver en un futuro glorioso".
Alejandra Stamatea
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QUE LINDO TODO ESTO QUE DICES AQUI, QUE MANERA TAN ESPECIAL DE MOSTRAR OTRA FORMA DE TOMAR DECISIONES ANTE ALGO TAN DIFICIL DE ENTENDER Y DE ACEPTAR, TE DOY GRACIAS A TI POR ESTAR ALLI CUANDO TE NECESITE, Y LE DOY GRACIAS A DIOS POR PERMITIEME ENCONTRAR ESTE MENSAJE QUE TANTO ME RECONFORTA, GRACIAS, MIL GRACIAS
ResponderEliminarHermosas palabras DIOS LOS BENDIGA
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