lunes, 30 de noviembre de 2009

Obstaculizan búsqueda de cura para cáncer en el Amazonas -

SAO SEBASTIAO DE CUIEIRAS, Brasil (Reuters) - La tarea de cosechar los secretos de la gran selva amazónica de Brasil que podrían ayudar en la batalla contra el cáncer recae en gran medida sobre Osmar Barbosa Ferreira y un gran par de tijeras de podar.

En una jungla tan densa que casi impide el paso del sol, el ágil hombre de 46 años sube por un delgado árbol ayudado por un arnés, una correa entre sus pies y la experiencia adquirida en una vida de trabajo en la selva.

Unos pocos precisos tijeretazos más tarde y las ramas caen en cascada al pie de un pequeño grupo de investigadores y un doctor, quienes fielmente realizan el largo trayecto mensual hasta el río Cuieiras -en el estado de Amazonas- creyendo que la flora asombrosamente rica de la selva puede brindar indicios para desarrollar nuevos tratamientos para el cáncer.

Ese equipo podría estar en lo cierto.

Aproximadamente el 70 por ciento de los medicamentos actuales contra el cáncer son productos naturales o derivados de compuestos naturales, y la selva más grande del mundo es un gran caldero de biodiversidad que ya ha producido medicamentos para enfermedades como la malaria.

Pero dar con el material adecuado no es tarea fácil en una selva que puede albergar hasta 400 especies de árboles y muchas más de plantas en una superficie de una hectárea, y en un país donde se sospecha mucho de la participación de investigadores extranjeros en el Amazonas.

"Si tuviésemos reglas muy claras, podríamos atraer a científicos de todo el mundo", dijo el doctor Drauzio Varella, con una mezcla de entusiasmo y frustración. "Podríamos transformar una gran parte del Amazonas en un enorme laboratorio," agregó.

Hoy en día, no obstante, los extranjeros tiene prohibido ayudar al oncólogo Varella y a los investigadores de la Universidad Paulista de Sao Paulo, quienes están entre el pequeño puñado de grupos brasileros autorizados a estudiar muestras del Amazonas.

Varella, de 66 años, cree que su alto perfil ha ayudado. El es un muy conocido escritor y personalidad televisiva que saltó a la fama en 1999 con su libro y subsiguiente película basada en su trabajo como doctor en una brutal prisión de Sao Paulo llamada Carandiru.

Pero la iniciativa de su equipo de asociarse con el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos en los 90 produjo una tormenta de acusaciones de "bio-piratería" y durante años tuvo bloqueada la cooperación y el financiamiento internacionales que podrían incrementar las posibilidades de encontrar el Santo Grial de la cura del cáncer.

Su trabajado también ha sido regularmente retrasado por exigencias burocráticas, deteniendo una vez su recolección de muestras durante dos años.

En más de una década de búsqueda, el grupo ha traído a su laboratorio en Sao Paulo 2.200 muestras de este afluente del poderoso y oscuro Río Negro, de las cuales 70 han mostrado algún efecto contra los tumores.

Sólo esas muestras le han dado al equipo suficiente trabajo de análisis para 20 años, dijo Varella, un desgarbado corredor de maratón cuyo hermano menor murió de cáncer.

"Si podemos encontrar 70, imagínese lo que podría hacer una gran universidad con recursos internacionales; se podría investigar una cantidad absurda de enfermedades", dijo Varella, quien todavía pasa parte de su tiempo tratando prisioneros en Sao Paulo.

"Además del impacto que esto podría tener en la salud humana, podría atraer recursos para la conservación y para mejorar la calidad de vida de la gente que vive aquí," dijo el doctor.

Irónicamente, fue un extranjero el que inspiró a Varella a comenzar su búsqueda.

Robert Gallo, un investigador estadounidense y destacado experto en sida que co-descubrió el VIH, le preguntó a Varella en un viaje al Amazonas a principios de la década de 1990 si alguien estaba investigando el potencial médico de la selva.

ROMPECABEZAS

Entre los productos naturales usados para combatir el cáncer en la actualidad se encuentra Taxol, una droga de quimioterapia que proviene de la corteza del árbol denominado tejo del Pacífico.

David Newman, director de la Filial de Productos Naturales del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos, dijo que varios fármacos prometedores contra el cáncer derivados de fuentes naturales tan variadas como esponjas de agua profunda y microbios están actualmente atravesando ensayos clínicos.

A menudo los compuestos naturales son modificados o reproducidos para combatir mejor a las células cancerosas.

"Es una historia de detectives y un rompecabezas, pero no sabes cuántas piezas hay ni cómo luce la imagen total. En una cucharada de suelo del Amazonas, encuentras más de mil microbios que nunca han sido aislados," señaló Newman.

De un total estimado en 80.000 especies de plantas florales del Amazonas, sólo cerca de un quinto han sido identificadas.

Newman dijo que el progreso en Brasil se vio muy obstaculizado por la incapacidad de las compañías de patentar productos naturales bajo las leyes aprobadas en los 90, lo que perjudica el incentivo para invertir en investigación.

El experto mencionó el ejemplo de la víbora brasilera cuyo veneno resultó ser vital para el desarrollo del fármaco para la presión sanguínea captotril en la década de 1970, un hallazgo que no podría haber ocurrido bajo las leyes actuales.

Los análisis de los prometedores compuestos hallados por el equipo de Varella están suspendidos mientras la universidad espera por el acceso a un resonador magnético que permita aislar los elementos activos.

"Todavía estamos muy lejos de descubrir una verdadera medicina que pueda curar un tipo de cáncer pero contamos con fuertes signos de que algunas plantas poseen sustancias que inhiben el crecimiento de tumores", dijo Mateus Paciencia, botánico de 34 años.

Su principal esperanza es que la creciente preocupación por el medio ambiente y el aumento de los esfuerzos gubernamentales por reducir la destrucción del Amazonas por parte de rancheros y leñadores revierta la marea en favor de las industrias forestales sustentables, de las cuales dicen que su labor es un destacado ejemplo.

"No hay nada más sustentable que esto. Tomamos un kilo de muestras de un árbol que pesa una tonelada y sacamos un extracto que dura 10 años," dijo Paciencia.

Mientras cuelga del tronco de un árbol, Ferreira dice que su relación con la selva se transformó por este trabajo. El solía cortar árboles con una sierra y vender la madera en la ciudad de Manaus, unos 80 kilómetros río abajo desde el sitio de las investigaciones.

"Pienso que encontraremos una medicina, y no tomará mucho tiempo. Si participo de la deforestación, no sólo estoy matando una planta sino que estoy destruyendo muchas otras plantas también. Así que el trabajo que estamos haciendo aquí es mucho mejor", concluyó Ferreira.
Fuente: noticias yahoo reuters

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