domingo, 29 de noviembre de 2009

cáncer de mama y la logoterapia


Lic. Liliana Zovatto
Algunas reflexiones en relación al cáncer de mama y la logoterapia

El miércoles 25 del corriente mes fui invitada a la Universidad del Salvador para asistir a la presentación del libro “Según vivimos, así enfermamos, sobre cáncer de mama”.La misma fue auspiciada por el Centro de Logoterapia Víktor Frankl. Tuve el gran placer de conocer a la autora de esta obra la Sra. Liliana Guerra y compartir opiniones respecto al tema planteado en su texto. Yo, al igual que todo el auditorio, quedamos profundamente impresionados con su exposición y su historia de vida, por eso me pareció importante compartir con los lectores de Renacer una breve síntesis del material escrito por la autora.

El cáncer, como es sabido, aparece como consecuencia de una reproducción celular descontrolada que invade tejidos sanos.
En cuanto al cáncer de mama en particular, son múltiples las causas que pueden producirlo, existiendo gran cantidad de mecanismos que generan el crecimiento del tumor.
Se trata de una enfermedad crónica, en la que no es suficiente el control local de la afección, sino que hay que tener en cuenta la posibilidad de metástasis a distancia.
(…)Esta enfermedad produce un impacto en el que la padece que compromete todas las dimensiones de su ser físico, psíquico, espiritual familiar y social.
Pensemos que entre otras cosas las mamas configuran estéticamente una forma corporal bella, sexualmente son zonas erógenas, maternalmente implican la relación afectivo-nutricia madre-bebe y existencialmente representan en parte a la feminidad.
En cuanto al aspecto orgánico específico, la cirugía es lo que se realiza en primera instancia, luego vendrán radioterapia, quimioterapia, terapias hormonales, etc. Imprimiendo, casi todas, sufrimiento en la persona enferma.
Se puede observar como el tratamiento actual que se apoya en el modelo biológico, toma a la persona enferma como mero organismo, considerando como epifenómeno los aspectos espiritual familiar y social.
Partiendo entonces de un reduccionismo da la sensación de que el equipo médico se apropiara del cuerpo del paciente, produciendo una desconexión con el resto de su ser, se atomiza a la persona en procesos bioquímicos, biológicos, neurofisiológicos como también psicológicos.
El equipo “ interdisciplinario” se transforma muchas veces en suma de reduccionismos, generándose pérdida del sentido de vida como consecuencia del quiebre de la persona y de su proyecto en el mundo.
(…)En cuanto a la esperanza, si bien se encuentra teñida de sufrimiento, porque implica la espera de algo incierto, que puede transformarse en la seguridad de la desesperanza, es de vital importancia intentar sostenerla
Del lado del terapeuta, al menos en lo que a mi concierne, se siente como tener que empezar a recoger los pedazos que han quedado dispersos y desconectados entre si.
Como primer intento, tratar de que la persona tome conciencia de que es mucho mas que su enfermedad y apelar a su unicidad e irrepetibilidad es fundamental para continuar.
Esto no implica negar la enfermedad, al contrario implica apropiarse de ella, integrarla a la vida, seguir adelante con los condicionamientos que esta conlleva, para poder tomar posición frente a la situación y a si mismo.
La relación paciente-terapeuta debe estar enmarcada en la noción de encuentro, que supone algunas diferencias en relación a otras terapias.
Como primera medida, no pasar por un análisis racional o saltar por sobre los hechos con interpretaciones, estas vendrán en un segundo momento, sino poder detenerse en un tema en el que se advierte posibilidad de sentido, colocándose junto al paciente y reflexionando con él.
Poder covivenciar con el otro, “ponerse en sus zapatos” tratando de entender la posición que ha tomado frente a lo que le pasa captando sus pensamientos, sentimientos, emociones, impulsos, voliciones, etc(…).
De esta forma encuentro y sentido de vida se hacen uno, es el comienzo de la revalorización de la vida, ser protagonista de la propia existencia, aún en situaciones límites como el sufrimiento, el dolor y la muerte.
Sólo cuando la mujer ha podido reconstruirse por dentro, volver a sentirse persona en lugar de enfermedad o síntoma habrá llegado el tiempo de la reconstrucción de su mama por fuera, de abrirse al otro saliendo de si misma, haciendo uso de su capacidad de autotrascendencia, arribando así a un momento de profunda riqueza espiritual.
Justamente es la logoterapia la que pone el acento en la espiritualidad humana, dimensión que contiene a la libertad, la responsabilidad, los valores, la capacidad de autotrascender aquello que nos escencializa como seres humanos y nos diferencia de otras especies, todo lo que hace digna a la existencia y merecedora de ser vivida.
(…)Nuestra sociedad altamente consumista, anómica debilitada en su órden social y trastocada en sus valores, reduce el interés que debiera invertirse en el espacio público o en esferas trascendentales, aumentando narcisísticamente las prioridades de la esfera privada, provocando necesidades ficticias, en una loca carrera por obtener objetos y saciar la necesidad permanente de tener y no de ser, como también desarrollando un culto al cuerpo perfecto y a la eterna juventud.

(…)Nuestra cultura consumista y anómica, como mencioné anteriormente nos impone una situación de vida que ayuda a ocultar otras mas profundas e importantes, se comporta como si la enfermedad, el dolor y la muerte no existieran pudieran eliminarse definitivamente. De esta forma no permite que las personas puedan elevarse por encima de su padecer aprehendiéndolo, se produce entonces un doble sufrimiento, el de la diaria inautenticidad y el que aparece aterrorizado frente a lo inevitable con lo que no se sabe siquiera que hacer.
(…)Como verán no hay fórmulas fijas, pero lo que no debe faltar en un terapeuta además de una sólida formación, es el compromiso y la entrega que se dan en el encuentro logoterapéutico. A modo de conclusión de este breve trabajo, quisiera señalar que el curso de cualquier enfermedad es impredecible, como lo son la vida y la muerte, lugares de profundos misterios.
Entonces ¿quién podría establecer sentencias? Al fin de cuentas todos nacimos para morir
Por eso creo que lo relevante es la dignidad de la existencia, que nos permita transitar el camino de la vida, no hacia la muerte sino hasta la muerte, para que la muerte nos encuentre vivos.

Solo quisiera agregar que ante esta enfermedad o cualquier otra circunstancia limite, es fundamental la aceptación, pero teniendo a la esperanza como sostén para dirigirnos en el futuro y la actitud, que según Viktor Frankl, es la facultad para enfrentar una situación inexorable, frente a la cual el hombre solo le queda elevarse sobre si mismo.
Lic. Liliana Zovatto

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