Por: Lic. Amelia Telechea
El arte, en todas sus formas, no sólo es un modo de expresión, sino una herramienta terapéutica que en los últimos años ha experimentado un importante desarrollo como forma de complementar los tratamientos de diversas enfermedades y también como un medio de crecimiento personal.
No hay más que observar cómo pintan y dibujan los niños pequeños para ver que lo creativo forma parte de la vida del hombre, hasta que la sociedad le hace abandonar lo artístico a favor de lo eficiente. Los artistas se diferencian del común de las personas en que en su creatividad profesionalizada pueden seguir siendo como niños. “A los doce años sabía pintar como Rafael, pero necesité toda una vida para aprender a pintar como un niño”, afirmó Picasso.
Mediante el uso de materiales artísticos (modelado, pintura, voz, movimiento, máscaras, fotografías, literatura) se intenta desarrollar todo el potencial humano, lo cual incluye la creatividad.
Teniendo en cuenta que para muchas personas es más fácil expresar los sentimientos y las emociones a través de imágenes, podemos decir que a través de ellas la persona “habla” o “escribe”, o sea mediante símbolos pictóricos.
Una sugerencia interesante para cualquier persona, pero especialmente para aquellas que están atravesando situaciones difíciles como por ejemplo sobrellevando una enfermedad o acompañando a un familiar a sobrellevar una enfermedad, es realizar alguna tarea artística en grupo, como por ejemplo reunirse a cantar, formar un coro, reunirse a escribir, a leer, a pintar o a dibujar, ya que toda tarea que tiene que ver con el arte y la creatividad mejora el estado de ánimo, refuerza el sistema inmunológico y brinda un espacio para la expresión de sentimientos, con lo cual a veces se hacen más llevaderos los problemas, los conflictos y los padecimientos personales, previniendo así depresiones y situaciones de aislamiento.
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