lunes, 25 de julio de 2011

EL TÉ VERDE Y EL CÁNCER

La Clínica Mayo condujo primeros estudios clínicos sobre extracto de té en pacientes de cáncer. Según los estudios, el extracto de té verde parece mantener a raya al cáncer en pacientes con leucemia (LLC).








Un extracto de té verde pareció mostrar actividad clínica de baja toxicidad en los pacientes con leucemia linfocítica crónica (LLC) que lo emplearon en un ensayo clínico de fase II, comentan los científicos de Clínica Mayo. Los resultados, presentados el lunes 7 de junio durante la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO), son los últimos de una serie de estudios realizados por Clínica Mayo que ofrecen esperanza respecto al empleo de la sustancia química conocida como galato de epigalocatequina (EGCG), componente principal del té verde, para reducir la cantidad de células leucémicas en pacientes con LLC.

Clinica Mayo comprobó primero el EGCG en una variedad de arreglos de laboratorio hace ocho años y descubrió que reducía la supervivencia de las células leucémicas en la LLC. A este resultado obtenido en el laboratorio le siguió un exitoso ensayo clínico de fase I, que fue el primero en estudiar el extracto de té verde en pacientes con leucemia linfocítica crónica.

“Pese a que sólo un ensayo comparativo de fase III puede determinar si la EGCG es capaz de retrasar el avance de la leucemia linfocítica crónica, las ventajas observadas en la mayoría de pacientes que emplearon esa sustancia química plantea que la misma tiene una actividad clínica modesta y que podría ser útil para estabilizar este tipo de leucemia y talvez hacerla más lenta”, comenta el Dr. Tait Shanafelt, hematólogo de Clínica Mayo y autor principal del estudio.
“Estos estudios avanzan el conocimiento de que un nutracéutico, como el EGCG, puede y debe estudiarse como preventivo contra el cáncer”, acota el Dr. Neil Kay, investigador en hematología, cuyo laboratorio fue el primero en comprobar el extracto de té verde en células leucémicas de pacientes con LLC. “El empleo de sustancias químicas capaces de hacer retroceder el crecimiento del cáncer para dilatar la necesidad de terapias tóxicas es un objetivo valioso en la investigación oncológica, sobre todo en aquellos tipos de cáncer que inicialmente se controlan mediante observación, como es el caso de la leucemia linfocítica crónica”.

Los doctores Shanafelt y Kay advierten que el EGCG no sustituye a la quimioterapia. Todos los pacientes en quienes Clínica Mayo probó el EGCG se encontraban en la primera etapa de la LLC, no presentaban síntomas y, de otra manera, no habrían recibido tratamiento sino hasta que la enfermedad hubiese avanzado. El Instituto Nacional del Cáncer (NCI) y Polyphenon E International proveyeron el extracto para estos ensayos clínicos iniciales.

La LLC es un tipo de cáncer sanguíneo, mezcla entre leucemia y linfoma. El avance de la enfermedad se mide por la cantidad de células leucémicas en la sangre y médula ósea, así como por el agrandamiento de los ganglios linfáticos debido a la infiltración de células leucémicas. En el estudio de fase I, publicado en la edición correspondiente al mes de mayo de 2009 en la revista de Clinical Oncology (Oncología Clínica), los científicos descubrieron que el recuento de linfocitos sanguíneos (células leucémicas) se redujo en un tercio de los participantes y que en la mayoría de quienes ingresaron al estudio con ganglios linfáticos agrandados debido a la participación de la LLC, se observó una reducción de 50 por ciento o más en el tamaño de los ganglios linfáticos.

Los científicos lanzaron el ensayo clínico de fase II en 36 pacientes adicionales, empleado la dosis más alta comprobada en el estudio de fase I. Los resultados, presentados durante la reunión de la ASCO, evalúan los efectos en estos 36 pacientes, así como en los 6 pacientes del ensayo de fase I tratados con la misma dosis (total 42 pacientes). Los resultados de 41 pacientes que terminaron el estudio revelan que 31 por ciento de ellos presentó una disminución de 20 por ciento o más en el recuento de células leucémicas y que 69 por ciento de pacientes con ganglios linfáticos agrandados mostró una reducción de 50 por ciento o más en el tamaño de éstos.

En total, 69 por ciento de pacientes con LLC presentó una respuesta biológica al EGCG, según lo evidenciado por un 20 por ciento o más de disminución continua en el recuento de linfocitos sanguíneos y/o una reducción de 50 por ciento o mayor en el tamaño de los ganglios linfáticos, comentan los científicos.

Debido a que el EGCG se ha estudiado en pacientes que, de otra manera, no hubiesen recibido tratamiento, los científicos adoptaron un abordaje arduo para analizar los efectos secundarios. La mayoría de ensayos clínicos sobre una sustancia terapéutica solamente informan sobre efectos secundarios de grado 3 ó más, pero en este caso, los científicos también consideraron e informaron los de grados 1 y 2. Durante los seis meses de tratamiento, si bien una cantidad de pacientes presentó efectos secundarios transitorios de grado 1 ó 2, sólo tres de los 42 tuvieron efectos secundarios de grado 3.

“Con todo, la mayoría de pacientes toleró el tratamiento con leves efectos secundarios”, señala el Dr. Shanafelt.

Los científicos indican que publicaciones anteriores respecto a los efectos del EGCG sobre células de la leucemia linfocítica crónica en el laboratorio y los datos publicados del estudio de fase I han sido ampliamente difundidos a través del Internet por grupos defensores del paciente. En base a la información de pacientes y colegas de todo el país, los científicos de Mayo se percataron que muchos pacientes con LLC en toda la nación habían empezado a consumir suplementos de EGCG, los mismos que se expenden sin receta médica.

“Sin un ensayo clínico de fase III, no se puede recomendar que los pacientes con leucemia linfocítica crónica consuman el EGCG; por lo que quienes deseen tomar suplementos, deben primero consultarlo con sus oncólogos y, además, someterse al adecuado control mediante exámenes de laboratorio”, añade el Dr. Kay.

El estudio se financió gracias a subsidios del NCI, del Centro Oncológico Integral de Mayo, de donantes y de fundaciones defensoras del paciente. Los autores declaran que no existen conflictos de interés.

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