“No con ejército, ni con fuerza, sino
con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
Zacarías 4:6
A pesar de que el libro de Zacarías consta de catorce
capítulos es considerado un profeta menor. Es el undécimo mencionado en la Biblia.
Dentro de las primeras partes del libro, que se divide en dos, (cap. 1-8 y
9-14) encontramos ocho visiones; en la quinta está el texto elegido para hoy.
Si bien las mayorías
de las visiones son para cumplimiento futuro, no obstante este versículo en este
momento puede ser de bendición y ayuda para cada uno de nosotros.
En el
versículo se menciona el ejército y la fuerza; todos sabemos que cada país
necesita tener fuerzas militares, ejército para garantizar su soberanía, su
libertad y su tranquilidad. Muchas veces es necesario utilizar la fuerza con el
fin de lograr estos propósitos.
El país que
carece de ejércitos corre el riesgo de
ser avasallado por el enemigo y caer esclavizado, perdiendo de esta forma todos sus derechos.
Desde tiempos remotos ha sucedido que el que poseía un ejército más preparado y
con armas adecuadas, era el que tenía más probabilidades de triunfar y
esclavizar a su adversario. La tranquilidad de los ciudadanos del país radica
por lo tanto, en su potencial bélico.
Pero debemos
conocer que hay otro tipo de peligro que se levanta amenazante sobre la vida del ser humano, que también lo
esclaviza y destruye, convirtiéndolo en un ser infeliz privado de gozo y
libertad. Para este enemigo, el ejército y la fuerza militar no tiene poder de
contención o dominio.
El apóstol
Pablo decía: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo, contra huestes espirituales
de maldad en las regiones celestes.”
Esta lucha
es tremenda y escapa a nuestras fuerzas y potenciales propios para lograr la
victoria; es personal, aunque toda la humanidad está expuesta a ella. El
enemigo es potente y está capacitado para derrotarnos y convertirnos en seres
fracasados y sin propósitos en la vida.
Pero es aquí
cuando la palabra del Señor surge potente para decirnos que la victoria está
asegurada, porque “no es con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu”.
Esta es una gloriosa realidad para todos aquellos que hemos aceptado a Jesús en nuestros corazones, porque como dice
el apóstol Juan “¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es
el hijo de Dios?”
Pablo
asegura: “Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquél que nos amó”.
Mí querido
hermano: ¿estás teniendo ataques del enemigo? Es normal: él desea apartarnos de
nuestro amado Señor ahora que estamos vislumbrando nuestro encuentro con Él. El enemigo luchará
hasta el fin de nuestros días con el propósito de que nuestra fe decaiga. Es
necesario que recuerdes una y otra vez que en Él somos más que vencedores. No
trates de usar tus propias fuerzas. Permanece fiel en lo que has creído. Tu fe
en el hijo de Dios te dará la victoria.
No importa
cuan grande sea el ataque, de que lado venga y con qué armamento se presente:
la victoria está asegurada y por Él seremos
¡más que vencedores! Aquel que ha estado a tu lado desde tu niñez o
juventud, el que te ha ayudado dándote la victoria en las peores circunstancias
de la vida, permanecerá fiel, hasta que decida llevarte a gozar con Él. Por lo
tanto, ten animo a que disfrutes de una vida de victoria en Cristo.
“Meditando con Dios” de Juan y Amelia Arregin
“Meditando con Dios” de Juan y Amelia Arregin
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